Es importante que,por un lado el judaísmo, a pesar de reconocerse como una religión misionera, acepte que la humanidad no debe hacerse necesariamente judía para alcanzar la salvación, y, por otro lado, es orientador y estimulante que Benedicto XVI trace una vía clara para explicar cómo es posible que los cristianos renuncien a una misión dirigida a convertir a los judíos.