A lo largo de la lectura, Bobin describe la atmósfera carcelaria en la que vivía (la educación familiar y escolar, el clericalismo religioso) y los hallazgos que iluminaron su vida: la contemplación de las nubes, un petirrojo, una vaca, una hortensia, una mariposa, los libros, un rostro, la luna sonriente, la lectura de Emily Dickinson, una conversación o unas flores silvestres. Todos ellos, regalos del día a día que el autor fue depositando en una cesta de mimbre