La inspiración filosófica esencial de Miguel de Cervantes no proviene de Erasmo de Rotterdam, sino de la escuela aristotélica a través de una cadena que parte del italiano Pietro Pomponazzi y pasa por Ginés de Sepúlveda, Garcilaso de la Vega y Diego Hurtado de Mendoza. Ésta es la audaz hipótesis que ayer expuso en la Fundación Gustavo Bueno, en Oviedo, el filósofo Pedro Insua, en un contexto marcado por el cuarto centenario de la muerte del mayor escritor español de todos los tiempos.