Cuenta Jacques Maritain, en su libro El hombre y el Estado, que durante una de las reuniones de la Comisión nacional francesa de la UNESCO en que se discutía sobre los Derechos del Hombre, alguien manifestó su extrañeza al ver que ciertos defensores de ideologías violentamente opuestas se habían puesto de acuerdo para redactar una lista de derechos. Y ellos replicaron: «Claro, estamos de acuerdo en esos derechos a condición de que no se nos pregunte por qué». Con el por qué comienza la discusión.