Conversaciones con Lejeune y anécdotas en primera persona

«La herencia del Señor son los hijos». Esta afirmación del salmo 127 se aplica, de forma significativa, al médico y genetista frances Jérôme Lejeune. Ante el silencio general sobre esta gran figura, en gran medida son sus cinco hijos quienes están manteniendo vivo su legado. Hace un año, fue su hija Clara quien publicó en España La dicha de vivir. Jérôme Lejeune, mi padre. Ahora es su yerno Jean-Marie Le Méné, marido de otra hija, quien publica El profesor Lejeune. Fundador de la genética moderna (ed. Marova). A pesar de lo académico del título y del hecho de que Le Méné sea Presidente de la Fundación Lejeune, magistrado del Tribunal de Cuentas francés y miembro de la Pontificia Academia para la Vida, se trata de un libro muy personal, que relata anécdotas y conversaciones vividas en primera persona. La gran aportación de esta semblanza es el completo retrato que hace de Lejeune. Parte, por supuesto, de su descubrimiento de las anomalías cromosómicas y su denonada defensa de toda vida humana, en especial su dedicación a las personas con síndrome de Down. Para el autor, el médico francés es, «sin duda, el científico que más ha contribuido a que la cuestión del aborto no quede nunca enterrada». Pero muestra otras facetas, desconocidas. Por ejemplo, cómo, en 1981, participó en una delegación del Vaticano para intentar disuadir a la URSS del uso de armas nucleares; o las investigaciones que, por su cuenta, realizó sobre la Sábana Santa de Turín.