La mayoría de los cuentos estaban escritos cuando la religión formaba una parte fundamental de la vida de las personas, y el hombre moderno ignora ese eco del Evangelio escondido en los cuentos, porque no le interesa actualmente.
El autor insiste en la urgencia de dar a conocer los cuentos originales porque en las últimas décadas se les ha cambiado el sentido y eso significa “renegar de la verdad y del Evangelio”.