La ansiada y urgente renovación sacerdotal requiere un relanzamiento del celibato, una recuperación de su verdadero significado. Explica que el celibato es una confesión de fe en la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, y cuando uno ha sentido la llamada a seguirlo en el sacerdocio, su propio estado de vida anuncia el Evangelio. Para Ouellet «el celibato tiene un poder evangelizador incomparable, por eso la Iglesia no debe perder este valor».