La concepción de la libertad como realización de todos nuestros deseos con independencia de los demás –el consumo desaforado forma parte esencial de la crítica de Deneen, puesto que Estado y mercado son dos caras de la misma moderna– y el creciente control del Estado para proteger los cada vez más numerosos derechos que genera esta libertad sin límites, han erosionado los vínculos sociales y los principios de la naturaleza humana, generando un estado de crisis generalizado.