Esta guerra -la «Cristera»-, (1926-1929), de profundas motivaciones religiosas en ambos contendientes -en los perseguidores por odio, en sus defensores por amor- ha llegado a ser valorada como la antesala de posteriores persecuciones que tendrían lugar pocos años después. Como en España (1931-1939), las motivaciones de corte económico y social también estuvieron presentes. Pero en última instancia, fue el odio y casi aniquilación de la fe lo que llevó a los católicos de a pie a alzarse en armas.