Con gran sencillez, la autora comparte en esta breve obra unas reflexiones de su experiencia en la naturaleza con su sobrino Roger. La mirada de los niños, su entusiasmo y emoción ante los descubrimientos se conjugan en este libro para celebrar una mirada existencial plena que ahonda en la importancia de las pequeñas cosas, en la belleza de lo insignificante de nuestro día a día y que ayuda a sanar a los adultos colmándolos de alegría. En fin, una joya para acoger y acompañar interiormente esa especial mirada del niño y hacer renacer la gratitud en los adultos.