Escribo porque, como decía mi maestro José Jiménez lozano, que la escritura de un diario es como un acta notarial de la experiencia, y la experiencia es un darse cuenta de lo que sucede y alimentarse de ello. Es una especie de dar fe, de hacer cuentas con el impacto que tengo de las cosas, con lo que producen en mí, y generalmente son cosas que me hacen crecer, aunque sean dolorosas; uno toma mayor conciencia de lo que contienen y de lo que están llamadas a ser.