Erotismo y prudencia

La escritura es un modo de hacer más que de decir. Las bibliotecas tienen libros, pero sobre todo tienen libros que tratan de libros. Por eso los diálogos por medio de los cuales un autor ha celebrado su vida cruzando palabras y silencios con los clásicos puede terminar convirtiéndole, también a él, en un clásico. O en un seguidor de una escuela clásica. O en un maestro que nos abre su propia escuela. Esa es la cuestión que Gregorio Luri quiere dilucidar en esta obra. Filósofos socráticos, rabinos judíos, siguen atormentando a generaciones de estudiosos en busca de soluciones y sistemas. Pero siempre se olvida la misma conclusión: los problemas tienen soluciones; los enigmas, no. La filosofía trata siempre de lo mismo. La manera en que lo hace tiene que ver con la celebración de la vida. Es decir, con la vida en común y la ilusión. Incluso —y aquí viene la piedra en el camino— con la ilusión en tiempos desilusionados. Se trata de que la filosofía no impida comprender que la vida es algo más que conciencia del vivir histórico y dialéctica economicista. Algo de ello explica el prólogo de Jordi Sales i Coderch. Excesos a la hora de liberar la sospecha, tal vez. Estas últimas décadas, por ejemplo, paseando y escuchando lo que se decía en nuestras universidades, se podía distinguir entre los que dejaban pasar cinco minutos antes de utilizar las palabras fascista y machista, y los que dejaban pasar diez. Pero eso no es privativo de aquí; nada nuevo, nos recuerda Luri que nos recuerda Eclesiastés.