Creo que esta pequeña y humilde obra colectiva –casi diría «comunitaria», por lo compartido entre sus autores– puede ser valiosa en dos sentidos íntimamente relacionados: propone un nuevo método de análisis cinematográfico fiel a las reglas del juego del séptimo arte –es decir, sin violentar la naturaleza del cine usándolo para hablar de otras cosas– y, al mismo tiempo, nos permite comprendernos mejor a nosotros mismos al hacer «transparentes» los problemas humanos de nuestro tiempo.