Tanto el hilo argumental, como las anécdotas, muestran la precariedad de medios, el entusiasmo y amor a España y el verdadero desarrollo económico congruente con la dignidad de la persona humana, como hijo de Dios y ciudadano. Velarde no esconde su fe y sus convicciones tanto políticas como religiosas, a la vez que muestra también sus dones naturales para el diálogo y su capacidad para llegar a acuerdos y seguir avanzando.