Poca gente hay (aunque va habiendo cada vez más) que no conozca la historia de Jesús de Nazaret, incluso sin que haya caído nunca un evangelio en sus manos. Ahora bien, es bastante menor el número de personas que lo han leído. Y no digamos ya en las versiones de sus textos más antiguos: en griego o latín. Si acaso biblistas, teólogos, filólogos, historiadores y algún que otro arqueólogo. Pero, ¿y el arameo? ¿No era ese el idioma de Jesús? Bien, en este volumen, José Miguel García hace una interesante propuesta: leer los textos evangélicos (escritos originalmente en griego) teniendo en cuenta las expresiones, palabras y semitismos en general que se extraen de los textos.