Siempre me impresionó de don Giussani su capacidad de descubrir en el legado cultural universal (en todo el arte, pero sobre todo en la literatura, en la música y en el cine), la huella tanto de Dios Padre, creador de toda belleza, como de Dios Hijo, redentor del drama humano que atraviesa toda existencia, y que tantos escritores, escudriñadores del espíritu humano, no han dejado de mostrar de modo portentoso.