Querríamos adherirnos a Dios, encontrarlo entre los pucheros y vivir toda una vida con Él. Pero a veces la rutina del año consigue narcotizar nuestra fuerza afectiva, y cuando queremos darnos cuenta Él ya no es más el Amado sobre todas las cosas.
Querríamos adherirnos a Dios, encontrarlo entre los pucheros y vivir toda una vida con Él. Pero a veces la rutina del año consigue narcotizar nuestra fuerza afectiva, y cuando queremos darnos cuenta Él ya no es más el Amado sobre todas las cosas.