El Bajo Imperio romano (284-430 d. de C.)
Acosado por invasiones, guerras civiles y dificultades internas durante todo un siglo, el Imperio Romano que hereda Diocleciano el año 284 estaba desesperadamente necesitado de la dirección que imprimió este emperador a la administración y al ejército. Su sucesor, Constantino, consiguió la consolidación del poder imperial por medio de la adopción de una nueva y vibrante religión, el cristianismo, que podía unir un imperio inclinado naturalmente hacia la diversidad y la divergencia. El siglo IV fue un período decisivo, cuyos numerosos cambios y amplia diversidad cultural quedaron reflejados en la obra de su principal historiador, Amiano Marcelino, y en la aparición de figuras tan diferentes como Juliano el Apóstata y san Agustín, con quien precisamente acaba el libro. Averil Cameron pone de manifiesto el papel esencial desde el punto de vista teológico e histórico de Agustín de Hipona, con sus Confesiones, la primera autobiografía psicológica que conocemos, y con La ciudad de Dios, respuesta al saqueo de Roma por parte de Alarico en el año 410, y su madura reflexión sobre el papel de Dios en la historia.
Autora
Averil Cameron
Aveil Cameron es catedrática de Estudios Antiguos y Bizantinos en el King's College, especialista en Historia de la Antigüedad Tardía. Autora de diversos libros, entre los más recientes se encuentran Christianity and the Rethoric of Empire (Los Ángeles, 1995), History as Text, editora (Londres, 1989), y Procopius and the Sixth Century (Londres, 1985). En España se ha publicado su obra El mundo mediterráneo en la Antigüedad tardía, 395-600 (Barcelona, 1998) o El Bajo Imperio romano (284-430 d. de C.), editado este último por ENCUENTRO.
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