Las constantes humanas
Ningún cambio ni circunstancia puede suprimir constantes humanas como el amor, el sexo, la familia, el poder, el deseo de saber, los vicios, las virtudes, la guerra, la paz, el sacrificio, la hipocresía... En la atención a las constantes humanas se descubren una tensión y un juego entre permanencia y cambio que, tratados en profundidad, pueden servir: primero, como una clave para entender cualquier tiempo; porque solo pueden entenderse y valorarse los cambios sobre el fondo de lo permanente. Y, después, como base para una educación que vaya, más allá de la coyuntura, de las modas, de las imposiciones de los tópicos y de la deformación de los prejuicios, hasta lo permanente del ser humano.
El amor, la violencia, el sexo, los vicios y las virtudes
Un libro muy recomendable, cuya lectura concluye que se puede aprovechar la educación para extraer las posibilidades de bien de cada persona.
Publicado en Revista Palabra por César García Díaz
Una vacuna contra la ignorancia
Publicado en Revista Historia de Iberia Vieja por A.T.
Reflexiones sobre el hombre, su pasado y sus posibilidades futuras
Publicado en Suma Cultural por Josemaría Carabante
Publicado en Alfa y Omega por José Francisco Serrano Oceja
Claves para entender al hombre
¿Es este tiempo mejor o peor que otros tiempos pasados? ¿Qué se esconde detrás de los juicios morales genéricos sobre nuestros días? ¿Qué es lo que en el hombre ha cambiado y qué es lo que en el hombre permanece a lo largo de la Historia? Desterrada la melancolía y el desánimo, recordemos lo que escribiera san Agustín: «¿Tiempos malos? ¡Tiempos difíciles!, dicen los hombres. Vivamos bien, y los tiempos serán buenos. Los tiempos somos nosotros: cuales somos nosotros, tales son los tiempos».
En esto que llamamos postmodernidad, hay dos sensaciones básicas: una, que los avances, progresos y cambios se suceden irremediablemente y se suceden aceleradamente y, segunda, que, al menos en las sociedades occidentales, hay quien ha dictaminado sentencia de muerte a las reglas morales objetivas. El vértigo lo inunda todo y la novedad se erige como criterio rector no sólo de lo válido, sino de lo aceptable. Lo único fijo en estos días sería, por tanto, el cambio.
Sin embargo, la sabiduría, el sentido común, la densidad real de la experiencia, nos indica que hay una serie de constantes humanas, de notas en la sinfonía de la naturaleza que lo mismo han estado presentes en la época de Píndaro que en la de Dostoievski, en la de Menandro que en la de Wittgestein. Son las constantes humanas, aspectos múltiples de la unidad de lo real humano, claves para entender al hombre y para entendernos, narrativas escritas en el frontispicio de la Historia y base para una adecuada educación integral. Olvidar esas constantes humanas en la educación de las nuevas generaciones supone condenar a los niños y a los jóvenes al desprecio del tiempo y a la intemperie cultural, a la dictadura de los deseos y fantasías en detrimento de la pedagogía de lo real. Si perdemos de vista las constantes humanas, caeremos en las corrientes superficiales de la pérdida de virtudes, de la moda, de la degradación de las costumbres y de todo lo que alimenta la alienación y la manipulación de lo humano.
En la bibliografía del profesor Rafael Gómez Pérez, este libro quizá pueda pasar inadvertido para quienes están acostumbrados a sus obras de profundo y riguroso análisis de la cultura. Sin embargo, este texto ofrece una serie de claves, en forma de ensayo, a partir de una equilibrada erudición que nos hace cercanos tanto a los autores que han confiado la cultura clásica como a los de la tradición cristiana y a los pensadores de la modernidad. El autor de este libro nos ofrece, al fin y al cabo, un tratado de antropología, destinado a la educación, que se construye a partir de la equilibrada reflexión sobre las relaciones entre naturaleza y la Historia, el amor y el sexo, la violencia, la guerra y la paz, la política y el poder, los pecados y la persistencia del mal, la atracción del bien, el sacrifico, la religión, la muerte, la libertad, la virtud y el vicio. Particularmente interesantes son las páginas dedicadas a las madres, a la maternidad; a los padres, a la paternidad; a los hijos, a la filiación; y a los hermanos, a la fraternidad. Chateaubriand escribió: «La Humanidad entera comprende la alegría del hogar, el afecto de familia, la abundancia de vida, la sencillez de corazón y la religión». Que así sea.
Autor
Rafael Gómez Pérez
Rafael Gómez Pérez (Huelva, 1935) es doctor en Derecho y en Filosofía y ha sido profesor de Antropología cultural en la Universidad Complutense y redactor-jefe del diario Expansión. Ha publicado más de noventa libros de filosofía, historia, ética y creación literaria. En Ediciones Encuentro ha publicado Las constantes humanas(2013).