Notas para una filosofía de la ilusión
Cualquier día es «bueno» para que los medios de comunicación disparen noticias capaces de hacernos desesperar.
Las alarmas reiteradas de guerra nuclear, la contaminación de la tierra y de las estrellas, el reto semanal de la muerte en carretera, la irritación emocional que genera la superpolitización, el terrorismo y el golpismo... La mitad de la población sufre depresión. Si las distancias han sido acortadas, también los horizontes vitales. Las comunicaciones no solo transmiten mensajes sino que los crean, los manipulan... Hemos pasado del optimismo al pesimismo entusiasta. El desencanto por doquier.
¿Es que no hay alguna ilusión? La ilusión no es autoengaño sino depuración; no es adorno sino vital fundamento de la existencia humana. La ilusión no ruega la realidad sino que la transfigura. El hombre de hoy debe ilusionarse sin desencializarse, sin separarse de su naturaleza.
Estos «elementos» que ofrecemos para articular una filosofía de la ilusión pretenden ser un punto de apoyo a un mundo anémico de ilusiones. La filosofía se fraguó y modeló secularmente en la triple tarea de anunciar, denunciar y pronunciar la ilusión. La filosofía purifica y envalentona la ilusión cuando se expresa como un juicio firme contra la muerte, el espectáculo, la decepción... Si la ilusión se pierde, la vida se desorienta, se exprime, se deprime, se apaga.
La ilusión se problematiza sin remedio cuando se la equipara a la interrogante por el sentido de la vida: éste se convierte en tortura cuando la vida no proporciona un sentimiento sufriente de ser vivida, cuando se ha perdido la armonía entre la ciencia y la existencia. Ello sucede particularmente en épocas de abundancia de bienes económicos y de decadencia política. Es, por cierto, nuestra época.
Autor
Pedro Ortega Campos
José Sánchez Jiménez nació en Málaga; realizó en Madrid la Licenciatura en Ciencias Sociales en el Instituto Social León XIII, y las de Psicología y Filosofía y Letras en la Universidad Complutense. Se doctoró en Historia, en la misma Universidad Complutense; donde fue profesor titular del Departamento de Historia Contemporánea en la Facultad de Geografía e Historia. Ha escrito varios libros y colaborado en varias publicaciones, además de un gran número de artículos en revistas de Historia y Sociología, nacionales y extranjeras. Actualmente imparte clases en la Universidad Pontificia de Salamanca (Campus de Madrid).