El cardenal Newman viene a recomendar el ‘esprit de finesse’ en cuestiones de fe y a precaverse de la pura lógica en la consideración de los misterios, pues esta no los respeta al final y muestra que estos forman un cuerpo: donde se ha preterido el puesto de María en el designio de Dios ha entrado en crisis la confesión de la divinidad de Cristo.