«Tras cada página, anécdota, conversión, milagros redactados con rigurosa delicadeza, sólo se me ocurre contemplar el libro, callar, alzar luego la vista hacia algún lugar, mirar la Cruz de mi pulsera, y pensar con perpleja admiración. ¿Cuán cautivadora, atrayente e inmensa es la fe? […]»