La obra que da título al libro data de 1967, un tiempo, que quizás no ha cesado todavía, en que la Iglesia era cuestionada en nombre de una mayor autenticidad cristiana, aunque el Credo cristiano sigue diciendo: “Creo en la Iglesia católica”. Demasiado racionalismo, demasiado hegelianismo de izquierda y de derecha ha impregnado la teología, y como bien resaltaba el autor, con casi noventa años, se ha olvidado que la religión es para los hombres, no para Dios. Por la Revelación, el hombre está llamado a ser para Dios.