Resulta que renunciar a los grandes libros para construir el carácter de los universitarios (no digamos antes), renunciar en definitiva a «escuchar la conversación entre las mejores mentes», está reduciendo considerablemente el stock de los profesionales de la empresa, sus recursos para mejor sus trabajo y los mercados. Y es que la formación no es solo una fuente de conocimientos, sino también de ideas. Las innovaciones logísticas, comerciales, financieras y de todo tipo que las empresas hoy necesitan no pueden permitirse el lujo de renunciar a esa conversación extraordinaria que está en Platón, Shakespeare o Cervantes.