Componen este volumen veintiocho miniaturas que esbozan el retrato de un mundo ya asomado a su crepúsculo. Cada uno de ellos es como la esquirla de un espejo roto, y también da voz a una resistencia: la de los hombres que aún guardan en su memoria la luz y la sombra de lo que un día fueron. Jiménez Lozano, el último de nuestros grandes clásicos en pleno ejercicio, fue siempre un maestro absoluto del relato breve. Y en esta recopilación hay momentos de una limpieza narrativa fulgurante que se resuelve en el vértigo de pocas líneas.