El problema que se propone desbrozar el autor es el mismo problema que abordó Ortega hace un siglo cuando planteó su filosofía del raciovitalismo: el hombre es un ser histórico, un animal que vive aquí y ahora; un individuo que no tiene más remedio que hacer su vida, porque su vida le es dada sin hacer, en estado de potencialidad; por eso su vida se convierte inevitablemente en su quehacer.