Llama poderosamente la atención comprobar que, a la vez que avanzaba el movimiento obrero radical impulsado
por el marxismo y el anarquismo,
surgían un sinnúmero de iniciativas y organizaciones benéficas,educativas y sindicales como fruto de una Iglesia firmemente implicada en el desafío social, que no se conformaba con la letra de las exhortaciones pontificias sino que bajaba de forma decidida a la arena de las realizaciones.