Una Iglesia real y auténtica

Lo cierto es que Europa ha dado la espalda a Dios. La fe se ridiculiza sistemáticamente y se está relegando al estricto ámbito privado. Ratzinger, por el contrario, afirma que debemos «vivir como si Dios existiera». Esa es la única forma en la que Europa florecerá. No obstante, el Papa conoce que problemas como el multiculturalismo, las ideologías o la técnica van a mermar la religiosidad. En 1969 vislumbró cómo la crisis de la Iglesia apenas acababa de comenzar. Por ende, «no será nunca más la fuerza dominante en la sociedad en la medida en que lo era hasta hace poco tiempo» (pág. 322). Esto no debe llevar al desánimo ni a la consternación. La Iglesia será más pequeña, pero más real y auténtica. Los que permanezcan dentro se convertirán en ejemplo de superación y de fe.