Si algo resulta balsámico para la sociedad actual son los autores que se lanzan a combatir la profunda crisis de la cultura contemporánea, tratando de recuperar la preciosa herencia intelectual occidental. Sobre todo si, como en el caso de Finkielkraut, quien lo hace explica que para luchar contra algunos de sus enemigos −por ejemplo, el fanatismo islámico− no basta un pobretón “nihilismo igualitario”