En esa carta el apóstol podía haber ordenado a Filemón que recibiera al esclavo fugitivo o que le pusiera en libertad. Por el contrario, Pablo apela a la libertad de Filemón con estas palabras: “Aunque tengo plena libertad en Cristo para indicarte lo que conviene hacer, prefiero apelar a tu caridad”. Ahí radica precisamente la libertad cristiana. No en una obediencia pueril, en expresión del autor. Consiste en una apelación a la responsabilidad personal, y siempre de la mano de la caridad, la mayor de las virtudes cristianas