G. K. Chesterton, ese inglés gruñón y deslenguado que se empeñó en cuestionar cada aspecto de su tiempo

Chesterton es además un autor de lenguaje lapidario, de frases que apetece subrayar y que funcionan muy bien como aforismo. Por ello se encuentra como pez en el agua en el artículo de prensa, y las columnas de opinión aquí reunidas no son un subproducto ni una obra menor, sino algo tan interesante como esas historias inmortales del Padre Brown. Entre otras cosas, porque la materia es la misma: cuestionar todo y a todos, repensar la sociedad. Meter bisturí a las costumbres y los modos, criticar al esnob, cargar contra los defectos de una Inglaterra que utiliza el pasado como sofá.