Adrienne von Speyr

Cuando en 1940 introduce a Adrienne von Speyr en el conocimiento de la religión católica, puede comprobar que apenas recibida esta enseñanza la reconocía como la única verdad válida a sus ojos. Aunque como confesor y director espiritual tuve ocasión de observar de cerca su vida interior, jamás he tenido la menor duda sobre la autenticidad de su misión. ¡Tan luminosa era la simplicidad con la que la vivía y me la comunicaba! Aconsejado por ella tomé las decisiones más duras de mi vida. A ella le debo la perspectiva fundamental de mi Gloria (la gloria y la cruz). En conjunto, y aunque las proporciones sean incalculables, ciertamente yo he recibido de ella más que ella de mí.
(Del Prólogo)