Juan Fernández Figueroa, que no pertenece a los ciudadanos y aldeanos populares ---aunque repita a cada rato: Yo soy de pueblo, y haya publicado con el título de Mi pueblo un pequeño libro admirable---, es uno de los pocos «santos» intelectuales del proceso histórico, económico y político de España. Lo es por su amor al prójimo, que lo aproxima siempre a los más desamparados, a los reiterados ---esperemos que no eternos--- perdedores. Lo es por la santa tenacidad de su conducta, porque el monólogo de su yo se hace diálogo con el hombre que siempre lo acompaña y que le enseñó, como a Machado, el «secreto de la filantropía». En resumidas cuentas, Juan Fernández Figueroa es más que un escritor, porque cumple, con su vida, las palabras que su pluma escribe. Por eso, aunque él dude del valor propio (poético) de sus dichos, está seguro de sus hechos, y puede afirmar, sin jactancia: «no sé si soy el que imagino ser, pero sí el que debo ser». Conozco pocos hombres que tengan derecho a decir lo mismo.
Fragmento del Prólogo de Guido Castillo
Autor
Juan Fernández Figueroa
Juan Fernández Figueroa nació en Ruanes, provincia de Cáceres (España). Dirigió la revista Índice veinticinco años y el diario Pueblo de Madrid, dos meses. También la agencia internacional de noticias AMEX, de México. En su día fundó el Tercer Programa de Radio Nacional.
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