«Es un intento pionero de sacar las consecuencias de la teología de los santos que se encuentra en el Concilio Vaticano II, recogida también la Exhortación apostólica Gaudete et exsultate. A saber: los santos ciertamente interceden por nosotros actualmente, pues son la Iglesia del Cielo. Pero ya en la tierra, cuando fueron martirizados o se hicieron santos, tuvieron una misión divina, a la que respondieron muy bien».